Una noche estábamos acurrucados mirando la tele, cuando noté que algo revoloteaba por mi cabeza. Me puse tensa, noté que algo iba a ocurrir. De repente nos atacó una especie de insecto gigante. Voló directo hacia nosotros. Yo salí disparada hacia la izquierda y mi marido hacia la derecha.

Cuando nos giramos, el agresor estaba ahí tan tranquilo ocupando nuestro sitio, y nosotros, cada uno en una punta de la habitación. Pasamos de estar acurrucados a salir pitando en tan solo 0,7 segundos.

Pero los insectos voladores no son lo único de qué preocuparse. ¿Habéis oído hablar de los chinches?

No, no me refiero a eso que te inquieta cuando vas a cierto tipo de hotel… Me refiero a esos “chinches” que se entrometen en la intimidad de tu pareja: los niños, el teléfono, el entretenimiento, el estrés, etc. Cualquier cosa que nos impida meternos en la habitación y tener privacidad.

Pero, ¿cómo los localizas? Primero hay que saber que están ahí y hay que saber identificarlos. Por ejemplo, es difícil flirtear con alguien que no aparta la mirada del teléfono. Si este es el caso, tu teléfono puede que sea un chinche.

Después de identificar adecuadamente el origen de la infestación, hay que exterminarlos. No se trata de usar productos químicos; aunque una buena dosis de paciencia y un ibuprofeno puede que sean necesarios.

Si el teléfono es un chinche, pon límites: ningún teléfono a la vista después de las ocho de la tarde. Si es la televisión, entonces apágala algunos días de la semana cuando los niños se hayan ido a la cama. Si se trata de los niños (sí, los niños también pueden ser chinches), los podéis enviar a la cama temprano un par de días a la semana, dejarles un vaso de agua en la mesita de noche, colocar una lámpara quitamiedos en su habitación, contarles otro cuento…lo que sea.

No dejes que estos chinches se interpongan entre tu pareja y tú. En lugar de salir disparados en direcciones opuestas, a ver lo rápido que podéis volver a estar juntos!