Me acurruqué junto a mi esposa en el suelo de nuestra sala y lloramos juntos. Después de dos años y medio de infertilidad, perdimos a nuestro primer bebé en un aborto espontáneo.

Como una mecha fallida, nuestra esperanza se redujo hasta casi extinguirse.

Ella se sintió abandonada por Dios. Se hundió en la desesperación con pensamientos de  estar dañada y rota. Se encontraba en un punto de inflexión.

No supe cómo responder. ¿Cómo podría consolar a mi esposa cuando no tenía ninguna respuesta del por qué estábamos pasando por esto?

Ella no necesitaba frasecitas edulcoradas. Sería como intentar saciar su apetito con algodón de azúcar.

Necesitaba una verdad sustancial y de peso. Alimento real para su alma.

Hebreos 11:1 nos dice que es la fe la que nos proporciona confianza, seguridad, el fundamento de nuestra esperanza: la verdadera esperanza. (Hebreos 11:1)

Debido a que nuestra fe está basada en una Persona, la desesperación de mi esposa (y la mía propia) sólo podría corregirse mediante una verdadera visión de Él.

Dios es su refugio y fortaleza inquebrantable e invencible en tiempos de dificultad (Salmo 46). En su fortaleza, Él vela por ella (Salmo 32:8). Cuando todo parece desesperado y perdido, Él nunca la abandona.

Mi esposa y yo nos mantuvimos especialmente unidos después del aborto espontáneo.

Nunca tuve "respuestas". Pero caminé junto a ella. Oré con ella, sobre ella y por ella. Y atesoramos la Palabra de Dios en nuestros corazones (memorizando, leyendo, meditando) para proteger nuestros pensamientos.

Como un fuego en una noche de invierno, provee para tu cónyuge descanso y seguridad. Ayúdala a disipar la oscuridad de la desesperación. Envuélvela en la cálida y reconfortante luz de Cristo.