El matrimonio no fue para todo esto

por MARC BARETH


El matrimonio en la cultura occidental de hoy está sobrecargado de expectativas y nunca deja de estar a la altura de las demandas que le hacemos. Durante miles de años, el matrimonio entre un hombre y una mujer ha demostrado ser el modelo de relación más satisfactorio, saludable y duradero. Y ahora, en un momento en que la institución del matrimonio está siendo desafiada mucho, en lugar de cuestionar la institución del matrimonio en sí, quizás un mejor enfoque sería considerar las expectativas que le ponemos.


Hasta hace poco, la gente vivía muy unida, en pequeñas comunidades y familias extensas que se caracterizaban por roles bien definidos y poca libertad para cambiar. Estas comunidades ofrecían un fuerte sentido de pertenencia, una identidad precisa para cada uno de sus miembros, seguridad y previsibilidad, incluso si aún existía una sensación de soledad.


Nuestras vidas hoy son muy diferentes. Tenemos mucha más libertad, pero los individuos no están tan integrados en las comunidades locales como antes, lo que lleva a una búsqueda constante de identidad. Anhelamos seguridad y previsibilidad, y seguimos luchando con la sensación de soledad.


Ahora se espera que el cónyuge cubra todos los deseos y necesidades que se cumplieron en un entorno comunitario pequeño. Ahora se espera que una sola persona pueda ofrecer todo lo que antes ofrecía toda una comunidad.


Y por si fuera poco, hoy también esperamos del matrimonio encontrar sentido a la vida, satisfacción profunda, aceptación plena de quienes somos y conexión espiritual. Lo que puede encontrar una respuesta en una relación con Dios, ahora se busca en una relación humana.

Las expectativas modernas sobre el matrimonio se pueden resumir en dos conceptos: el cónyuge como mejor amigo y el cónyuge como alma gemela. Evidentemente, muchos matrimonios no cumplen con estas expectativas. Y, por supuesto, no puede ser que las intenciones de Dios Creador fueran que nuestro cónyuge pudiera ser la única persona en responder al sentimiento de soledad, la necesidad de identidad o satisfacer la necesidad espiritual. El resultado inevitable de esta forma de pensar es la decepción con los matrimonios disfuncionales. Una vez más, un enfoque más sabio sería preguntar si las expectativas con las que comenzamos son realistas o no.

UN PASO MÁS PARA MI RELACIÓN:


Piense en lo que espera de su matrimonio. ¿Ve expectativas poco realistas o exageradas? ¿Qué debería cambiar y a qué debería renunciar?