EL MATRIMONIO ¿UNA CARTA DE AMOR DE DIOS AL MUNDO?

por JILL PATTERSON


Confieso que cuando era jóven, soñaba con un matrimonio en que se reflejaba la historia de Cenicientas. Mi príncipe azul llegaría un día y me rescataría de mi vida aburrida y normal y me llevaría a un castillo donde viviríamos felices y comeríamos perdices.


Cuando nos casamos, es cierto que la boda fue súper bonita y el convite se realizó en una masía antigua tipo castillo. Pero no estaba preparada para la realidad de que el matrimonio no es un cuento de hadas ni un post en Instagram, sino un compromiso diario de morir a mi misma y servir al cónyuge que el Señor me ha regalado para mi propio bien y crecimiento.  


Es más, el matrimonio es un mensaje vivo de Dios anunciando Su amor por nosotros. Cuando ves alguna pareja enamorada ¿has considerado que así es cómo Dios se siente hacia nosotros? Dios creó el matrimonio a propósito, no solo cómo una bendición para los que se casan, sino también para señalarnos hacia Él. Dios creó el matrimonio cómo una metáfora con ciertas características para enseñarnos su propio carácter y para mostrar su relación con su pueblo. ¿Cuáles características se ven un matrimonio cristiano?


Fidelidad


¿Has reflexionado alguna vez sobre los votos tradicionales que se intercambian en una boda? Son muy heavys: 


Recibir al otro y entregarse al otro, prometer ser fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, abandonando a todos los demás, y así amarse y respetarse todos los día de sus vidas.


Dios utiliza la metáfora del matrimonio para ilustrar el tipo de relación que Dios tiene con nosotros y destaca su gran fidelidad hacia nosotros. Su deseo, igual que un esposo o esposa, es que su pueblo sea fiel a Él también.


Procreación 


Después de un tiempo casados, nuestros amigos y padres empiezan a hacer la pregunta, “¿Habéis pensado en tener hijos?” El llamado de tener hijos es una aspiración de muchos matrimonios y parece ser el siguiente paso natural para hacer crecer nuestra familia.  Es tan natural que incluso los niños lo ven. 


Cuando era pequeña, cantamos la siguiente canción en el patio mientras saltábamos la cuerda…


“Primero viene el amor, luego el matrimonio y después el bebé en un cochecito.”


Además de ser un gran privilegio y una gran responsabilidad cómo padres, la procreación también muestra que la relación de Dios con su pueblo debe ser fructífera, trayendo y sosteniendo nueva vida en el contexto de una familia donde se aman, se protegen y se sirven. Reconozco que hay matrimonios que, al final, no pueden tener hijos. Igualmente, siempre hay la posibilidad de que un matrimonio sea fructífero en su proyecto de vida, en la inversión que hacen de forma intencional en las personas en su entorno, en el legado que escojan dejar.


Placer profundo


El impulso del deseo sexual es tan fuerte y una parte natural de la vida. Aunque historicamente ha habido la tendencia en la iglesia de no hablar mucho sobre la sexualidad, no podemos separar el sexo y Dios.


El deseo sexual fue idea de Dios. Él nos ha dado este gran regalo en el contexto del matrimonio, una relación segura de amor y aceptación. La intimidad sexual entre un marido y una mujer debe verse como un intercambio mutuo de regalos. Es una manera profunda de que un hombre y una mujer digan con sus cuerpos: “Me entrego completamente a ti”.


El sexo dentro del matrimonio también forma parte de la metáfora de la relación de Dios con su pueblo. Dra. Juli Slatterly, psicóloga clínica, autora, oradora y presidenta/cofundadora de Authentic Intimacy, dice en su libro Rethinking Sexuality que el evangelio está escrito dentro de nuestra sexualidad para señalarnos hacia Él. Dios puso el deseo sexual en nosotros para ayudarnos a entender un poquito mejor el gran anhelo de amor y afecto que Dios tiene para nosotros


Parejas de diferentes sexos convirtiéndose en una sola carne 


¿Los hombres son de Marte y las mujeres de Venus? Quizás no somos de planetas diferentes, pero no hay duda de que los hombres y las mujeres son muy diferentes el uno del otro. El matrimonio que Dios ha diseñado une a un hombre con una mujer y serán una sola carne. Esta unión misteriosa muestra la unidad en la diversidad, la unión de dos partes no intercambiables. El pacto entre dos personas sexualmente diferentes es esencial para lo que es el matrimonio. Comunica algo muy poderoso. Una vez más, no es casualidad que, intencionalmente, Dios haya diseñado el matrimonio así para reflejar la realidad de la unión entre un Dios santo y su pueblo imperfecto: dos partes distintas pero unidos.


“Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia.” Efesios 5:31-32


Esta metáfora del matrimonio que refleja la relación de Dios con su pueblo es algo que está presente en nuestras vidas diariamente a través de los matrimonios que nos rodean. Cómo humanos imperfectos, nuestra capacidad de reflejar estas verdades en nuestro propio matrimonio a menudo no da en el blanco. Sin embargo, con la ayuda de Jesús quién nos redime a nosotros y nuestras relaciones, nos empodera para reflejar el amor y el  poder de Dios, incluyendo en nuestra relación matrimonial. 


Sea cuál sea la capacidad humana de mostrar la belleza divina, podemos encontrar mucho ánimo y esperanza cuando dejamos que la metáfora del matrimonio nos llegue cómo una carta de amor de Dios recordándonos del pacto de un Dios Santo con su pueblo.

UN PASO MÁS PARA MI RELACIÓN:


¿Qué te enseña el diseño de Dios para el matrimonio sobre tu relación con Él?


¿Cómo podríais crecer en vuestra capacidad de reflejar esta metáfora a través de vuestro matrimonio?